Cada año aumenta el número  de personas que participan en carreras populares  sin dorsal alguno (los más valientes…), o con un dorsal falsificado o fotocopiado o literalmente de otra carrera (estos más cobardes para que no se les llame la atención). Y otros lo hacen con el de una persona que les asegura una marca para la salida, o con el de una persona que no ha puede asistir, sin avisarlo a la organización.

Se apela en la mayoría de los casos, como justificación, a cuatro razones: las inscripciones son demasiado caras, la calle es de todos y no pienso pagar, no quedaban inscripciones y yo solo iba a acompañar. Hay otras razones minoritarias, por suerte, hay corredores que  admiten que les agobia estar pendientes de inscribirse, recoger dorsal y madrugar e ir a por el chip, o que si no van a dar el 100% no pagan.  Los que corren con el dorsal de otros, en cambio, exponen que es para que no se pierda la inscripción o porque les hace ilusión correr una vez en la vida entre los mejores aunque no tengan marca para ello en algunas competiciones.

Cada acción y cada motivo llevan asociadas, aparte del motivo ético con respecto a los que pagan o acreditan marcas mínimas, una serie de posibles repercusiones  que muchas veces ni se plantean.

Los que corren con dorsal cedido por otra persona, o acreditados por la marca de otra, están exponiéndose a tener que hacerse cargo a sanciones penales por suplantar la identidad en caso de cualquier incidencia que detecte la organización o las fuerzas de seguridad.  El hacerlo supone una adulteración de las clasificaciones y no es nada extraño, por ejemplo, que  algún componente del cuadro de honor femenino de una carrera sea algún chico con dorsal de chica y encima, si hay premios, acuerden con alguna compañera o con la misma persona que se lo cedió, subir al pódium a recogerlo.  Muchas veces analizando vídeos y fotos de carrera, incluso meses después, se suele descubrir el fraude, pero ya nadie devuelve al organizador un pódium desangelado o el momento de gloria a las realmente triunfadoras. Te aconsejamos simplemente hacer un comunicado al organizador, previamente a  la salida, del cambio de la identidad del participante, en la mayoría de las ocasiones no nos podrán problema.

Otro elemento,  común a todos, es el tema de los seguros del corredor. Ningún participante sin dorsal a su nombre tiene cobertura, pero no por eso se le va a dejar de atender si sufre un percance, claro está, pero aparte de usar un recurso que podría estar atendiendo a un corredor que si ha pagado ese servicio,  los servicios médicos en un evento deportivo siempre son facturados al organizador  respaldado por un seguro,  y al no tenerlo, se le factura directamente al corredor,  y al haberse producido la lesión en un evento atlético queda al margen la cobertura de la seguridad social. En algunas comunidades autónomas el baremo más bajo por atención médica es de 700 euros y se ha llegado a pagar facturas de 5.000 euros.

Por lo tanto, como decíamos antes, sin entrar en lo ético, no parece la  mejor decisión correr una carrera sin estar inscrito en ella.

Ya entrando en el aspecto ético simplemente os expondré algunas consecuencias para que vosotros decidáis en el futuro correr o no sin dorsal:

  • El precio de dorsal se encarece dada una previsión de corredores que lo van hacer sin dorsal: muchas empresas que organizan eventos no quieren arriesgarse a dejar a los participantes  sin bebida, sin avituallamiento sólido o sin camiseta conmemorativa a ningún corredor, con lo cual se aprovisionan por encima de  lo que realmente necesitan y contratan a más personal para su distribución y para la seguridad de la prueba.
  • En las pruebas que no se encarece, siempre hay corredores, que precisamente suelen ser los que más lo necesitan o a los que más ilusión les hace, que se quedan sin avituallamiento o sin el  recuerdo de la carrera. El porcentaje de corredores sin dorsal que avituallan e intentan obtener la ropa técnica post-carrera es enorme, aunque nunca nadie lo reconozca.
  • En las carreras multitudinarias, los que van en cabeza, muchas veces no tienen una referencia clara de con quién compiten, y los atletas que van en posiciones rezagadas se les ve entorpecida muchas veces la salida.
  • En carreras pequeñas, de club, simplemente se deja de colaborar con una institución que en la mayoría de los casos quiere dar un soporte gratuito a escuelas infantiles de atletismo o a una formación deportiva a personas de un barrio con necesidades especiales o riesgo de exclusión.
  • En carreras con una marca mínima, correr sin merecerlo, con el dorsal de otra persona, desprestigia y desmotiva a los atletas que han dado todo con ilusión durante duros entrenamientos por llegar a ella.

Correr carreras populares, no obstante, es algo voluntario y que un conjunto de personas ofertan a otras bajo un reglamento.  No aceptarlo es quedar al margen de un sistema reglado que precisamente dota  a esta actividad física el calificativo de deporte. Para correr, simplemente, nos sobran espacios libres en la vía pública.

by Nemo